Dicen que por las calles del otro lado del rio, una dama de sonrisa soleada caminaba por la acera de su ciudad, una ciudad llena de edificios, de fragancias urbanas, y de gente con cara de preocupada.
Uno de los tantos vagabundos que habitaban la zona la vio pasar.
A todo esto, ella disminuyo el paso, hasta detenerse frente a el.
-Buen día.
-Buen día....
-...¿Tiene hambre?
-Si, bastante.
-¿No le molestaría que le traiga algo para comer?
-No, realmente no. La verdad que muchas gracias- exclamo el señor que yacía en la vereda.
-¡Buenísimo!. Ahora dígame....¿que le gustaría comer?
El vagabundo, comenzó a lagrimear, y su cara se rejuveneció de esperanza:
-No lo puedo creer......Hacía mucho tiempo que alguien no me preguntaba que deseaba comer.
martes, 16 de diciembre de 2008
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