Aquí, vierto el envase, y veo como esta bebida cae lentamente en este chino vaso.
El hielo llora emoción, y su sudor enfría la importada cosecha.
La radio suena de fondo. Habla de economías, de riesgos, de inseguridad... Hoy voy a descartar esas cosas que solo dan calor a mi refresco.
Mientras tanto, yo imito al hielo, y sudo al instante. (Es que hay una bestia adentro que espera por salir...)
Finalmente, la ceremonia abre paso al vaso, quien despega y vuela hacia mí, y me inunda de sabor y medicina: medicina para mi bestia.
La radio ya no está más, y solo la música es la que me hace permeable a la vida por el momento.